Arquitectura Gótica

La arquitectura gótica puso especial énfasis en la ligereza estructural y la iluminación de las naves del interior de los edificios. Surgió del románico, pero acabó oponiéndose a los volúmenes masivos y a la escasa iluminación interior de sus iglesias. Se desarrolló fundamentalmente en la arquitectura religiosa (monasterios e iglesias), teniendo su mayor éxito en la construcción de grandes catedrales, secular tarea en que competían las ciudades rivales; aunque también tuvieron importancia la arquitectura civil y la arquitectura militar (castillos y murallas urbanas).
Los dos elementos estructurales básicos de la arquitectura gótica son el arco apuntado u ojival y la bóveda de crucería, cuyos empujes, más verticales que el arco de medio punto, permiten una mejor distribución de las cargas y una altura muy superior. Además, la parte principal de estas son transmitidas desde las cubiertas directamente a contrafuertes exteriores al cuerpo central del edificio mediante arbotantes. El resultado deja a la mayor parte de los muros sin función sustentante (confiada a esbeltos pilares y baquetones), quedando la mayor parte de aquellos libres para acoger una extraordinaria superficie de vanos ocupados por amplias vidrierías y rosetones que dejan paso a la luz.
Abad Suger dice que "la belleza de los edificios religiosos era necesaria para estar más cerca de Dios" además de mostrar una fuerte unión entre los dos principales poderes, la iglesia y los reyes, por lo que nace un nuevo concepto de las catedrales, que tenían que tener dos principales cualidades (elevación y luz), naciendo así el arte gótico.
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